El temor se hizo presente cuando el Covid-19 se apoderó de las paredes, pasillos y áreas en el Hospital General Dr. Miguel Silva, en Morelia. La médica general, Alejandra Solorio López, recuerda esos días con tristeza, y a cinco años de la pandemia, asegura que lo más importante es el tiempo que pasamos con los seres queridos.
En entrevista con la doctora que lleva trabajando 13 años en el hospital, admite que tuvo miedo de morir. Cuando empezaron a detectar los casos tuvo que dialogar con su familia. Se preocuparon mucho al no saber qué pasaría, pues en ese momento no había nada escrito.
Tenía miedo porque a veces no recordaba si había tenido contacto con algo que pudiera ponerla en peligro, o si se había tocado la cara. Refiere que llegaba a su casa y afuera depositaba en una bolsa su ropa, luego se metía a bañar. Tuvo que enseñarle a su núcleo a cuidarse y le daba impotencia ver que mientras adentro del hospital sufrían, afuera todavía había gente que salía a fiestas o a divertirse.
Había mucho temor, estábamos espectantes de lo que estaba pasando en otros países. Ya se trabajaba en protocolos por lo que pudiera pasar. Desde que llegaban con los síntomas se aislaban y se tomaban más pruebas, tuvimos que abrir varias salas Alejandra Solorio López
Los pacientes requerían de puntas, mascarillas, altos flujos o intubación, dependiendo de la falta de oxígeno. Evaluaban sus riñones, el hígado y el corazón ya que algunos llegaban con patologías agregadas, es decir, otras enfermedades.
Sin embargo, otra situación difícil fue la despedida, pues muchos de los usuarios que entraron no pudieron decirle adiós a sus familias. A veces escribían cartas, pero eso era todo; “Hubo un momento en el pico de la pandemia donde salimos derrotados, tristes por las muertes, fue difícil no poder despedirte porque iban directo a cremación”.
Agrega que desde el punto de vista emocional, la pandemia la hizo valorar las cosa más “sencilla” como un abrazo o un beso.
Por su parte, el director de la Escuela Normal Urbana Federal, en Morelia, José Trinidad García Silva, comenta que el aislamiento que generó la pandemia provocó retraso en la educación de los alumnos, sin distinción de niveles, es decir, que lo mismo pasó en preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y universidad.
Pero afortunadamente las generaciones que se vieron inmersas en la pandemia, ya van en cuarto grado y van de salida. Pero podemos ver que las de tercero a primero tienen otra actitud puesto que no es lo mismo estar en línea, que muchas veces se cae en simulación, que estar de forma directa y ver las actitudes, sentimientos y afectos que forman parte de su formación integral
En Michoacán, la pandemia pegó más en bachillerato, pues fue el nivel donde más deserción hubo, sin embargo, también en primaria hubo un rezago que muchos especialistas decían, tardaría en recuperarse.
El director añade que hoy en día visualiza otro tipo de actitudes en los alumnos, como el de la apropiación de conceptos propios de la educación, el desarrollo de habilidades, entre otros. Pero la pandemia no solo laceró a la comunidad estudiantil, sino a los maestros, por los cambios y modalidades, por ejemplo, los trabajos en línea, el uso de aplicaciones y plataformas.
A veces el uso de la tecnología nos ha metido en aprietos en nuestra vida profesional, nosotros aprendemos de ellos y ellos de nosotros (alumno-maestro). Pero los que tenemos más de 30 años de servicio tenemos dificultades en el uso de tecnologías y el uso de la IA”.
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