Durante 15 días, la oaxaqueña Mónica Ortiz Álvarez permaneció en una cueva bajo condiciones extremas que la llevaron al límite y con ello se convirtió en la primera astronauta mexicana en comandar una misión análoga respecto a los posibles problemas que podría presentar una comunidad humana instalada en Marte.
Se trata de una investigación única en su tipo y que busca abrir la brecha para que jóvenes latinos tengan acceso a oportunidades similares.
Mientras permanece en España, donde realiza la investigación, la astronauta análoga explica que la tripulación estuvo integrada por cinco personas: tres de México, una de Perú y una de Chile, quienes se enfrentaron a tres meses de preparación, tanto física como psicológica, para poder permanecer en la cueva por 15 días, en condiciones que emulan a las del llamado “planeta rojo”.
La investigación se llevó a cabo en la Astroland Interplanetary Agency, en Cantabria, España, donde se desarrollan misiones de simulación espacial y forma parte del “International Air and Space Program”, de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en inglés).
“Estar en la misión, sin luz solar, incomunicados del mundo exterior, con retraso en comunicación, como en el planeta Marte, con comida especial liofilizada, agua limitada, con pruebas psicológicas, con estresores y al límite de supervivencia; fueron experiencias que nos llevaron a todos los tripulantes al límite de nuestras capacidades dentro del hábitat de simulación en la cueva”, narra.
De acuerdo con la joven, este proyecto surgió por la necesidad de que existan protocolos de investigación de este tipo; sin embargo, lamenta que a nivel estatal no exista apoyo para las y los jóvenes científicos, por lo que tienen que dejar sus lugares de origen.
Desde su experiencia, su presencia y la de una colega de Puebla es destacable, pues asegura que el apoyo para este tipo de proyectos en el sur del país, es escaso. “Todos hemos tenido que salir para buscarlo”, lamenta.
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